La ciudad estaba habitada por pozos; se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar donde estaban excavados sino también por el brocal. Había pozos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad sólo era de brocal a brocal.
Con la idea de tener lo mejor, los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos, y sofisticadas esculturas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad se le ocurrió aumentar su capacidad creciendo hacia lo profundo. Hacerse más hondo. Se dio cuenta de si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido... Al principio tuvo miedo al vacío, pero cuando vio que no tenía otra posibilidad, lo hizo. Vacío de posesiones el pozo empezó a sentirse más profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: Adentro, muy adentro, y muy en el fondo, ¡encontró agua! Nunca antes otro pozo había encontrado agua... El pozo superó la sorpresa y empezó a humedecer las paredes, a salpicar los bordes y por último la sacó hacia afuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra de alrededor del pozo, revitalizada, empezó a despertar. La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar “El Vergel”. Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
Ningún milagro, contestaba, hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...
Muchos quisieron seguir su ejemplo, pero desecharon la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
En la otra punta de la ciudad, otro pozo decidió correr también el riesgo del vacío...Y empezó a profundizar... Y también llegó al agua... Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
¿Qué harás cuando se termine el agua?, le preguntaban. No sé lo que pasará, contestaba, pero por ahora cuanto más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento. Un día, casi por casualidad los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma... Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se abrió para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto: La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...
En el desierto, en cualquier lugar, también dentro de ti, se esconde un pozo de agua.
* ¿Qué encuentras en el pozo de tu vida?
* ¿Qué agua mana?
* ¿Dónde llenas tu pozo?
* ¿Quién viene a beber a tu fuente?
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